En la Biblia, a la separación entre el hombre y Dios se le llama muerte espiritual; cuando un hombre acepta a Jesucristo, el Espíritu viene a morar en él, y ya no está muerto, “nace de nuevo”, pasa a vida. Jesucristo dijo: “todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás…” (Juan 11:26); no se refería a muerte física, sino a morir espiritualmente, Él estaba prometiendo que el que creyera en Él viviría con Él para siempre. En 1 Juan 5:13 se nos anima a saber que tenemos vida eterna.
Es decir, el plan de salvación de Dios para el hombre consiste en que Dios envió a Su Hijo a morir por cada uno de nosotros, y de esta manera, a aquel que creyera en Él le regalaría la vida eterna y moraría con Él para siempre. Este plan se resume en Juan 3:16.
Entonces, ¿habría una contradicción con versos como Salmos 5: 4 que dice que el malo no habitará junto a Dios? No, no porque no seamos malos, sino porque hemos sido justificados en Él. Todos los versos que hablan de obras no contradicen la salvación por fe; porque el que cumpliera todos los puntos de la ley, sería salvo por ella (Gálatas 3:12); las obras tienen otro objetivo en la vida cristiana y esto se explica ampliamente en los libros de Romanos, Gálatas, etc.
Pero muchas denominaciones "cristianas" aseguran que la salvación puede perderse si no nos mantenemos firmes en la obra, si nos descarriamos y nos olvidamos del camino correcto; y aseguran que es necesaria una nueva reconciliación antes de morir para poder "recuperar" nuestra vida eterna. Esta posición no tiene ninguna base biblíca, se contradice a sí misma y va en contra del mensaje del evangelio enseñado por Jesucristo y los apóstoles. He aquí algunos puntos a tomar en cuenta que apoyan la seguridad de la salvación:
- Un hombre que ha creído en Jesucristo como su salvador ha sido “justificado”, es justo a pesar de los pecados que comete, Dios dijo “nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. ¿Cómo puede entonces un justo ser condenado al fuego eterno dado que según Dios nunca más será injusto? Salmo 37:29 enseña que los justos heredarán la tierra y vivirán para siempre sobre ella. Se enseña a través de toda la Biblia que los impíos perecerán, que irán a un lugar de tormento, etc., pero que los justos vivirán para siempre.
- Los que creen en Él han pasado de muerte a vida y no vendrán a condenación (Juan 5:24). Si algo que un hombre pudiera hacer o dejar de hacer, independientemente de lo que esto sea, pudiera condenarle después de haber creído en Jesucristo, este verso sería una mentira. Además, en ningún lado de la Biblia se enseña que alguien puede pasar de vida a muerte y luego a vida otra vez y así sucesivamente, ni siquiera ir de vida a muerte una sola vez. No se muestra en ningún lado que se puede “nacer de nuevo” de nuevo; o sea, “nacer de nuevo” más de una vez.
- Cuando un hombre cree en Jesucristo el Espíritu Santo viene a morar en Él. En Efesios 1:13 dice que el Espíritu Santo es un sello, hemos pasado a ser propiedad de Dios, ya no dependemos de nosotros como dice también 1 Corintios 6:19; y en el verso 14 de Efesios 1 dice que esa es la garantía que recibiremos la herencia. Además Jesucristo afirmó que el Espíritu nunca se iría de nosotros, entonces ¿cómo puede un hombre que tiene el Espíritu Santo estar en el infierno?, ¿estaría el Espíritu Santo por siempre ardiendo en el infierno o nos abandonaría?
- Jesucristo, Juan, Pablo, etc. dijeron que el que creyera en Él tendría vida eterna. Algo que puede dejar de existir, que tiene fin es temporal, no eterno. Si la vida que Dios nos regala dependiera de otras cosas para mantenerse entonces no sería eterna; a menos que nos fuera a ser entregada hasta nuestra muerte o arrebatamiento; pero el verbo utilizado por Jesucristo está en presente “TIENE vida eterna”; además Juan nos anima a saber que TENEMOS vida eterna. Por lo tanto, podemos estar seguros que no podrá perderse.
- No podemos ser arrebatados de la mano del Padre. “Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.” (Juan 10:28-29).
- Nada, en toda la creación, puede separarnos del amor de Cristo. “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:1-2; 38-39).
- Nada, dado al Hijo puede perderlo. “Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:39-40). Si yo pudiera perder mi salvación, Jesucristo me perdería entonces; por lo tanto la parte de "lo resucitaré" no se cumpliría, lo cual no puede suceder.
- Dios cuida nuestra salvación y es poderoso para mantenernos firmes (1 Pedro 1:3-5; Judas 24). La Biblia dice que el mantenerme firme no depende de mí, sino de Él.
- Jesucristo intercede por nosotros (1 Juan 2:1).
Como podemos ver, no existe evidencia bíblica que apoye la creencia que la salvación puede perderse; al contrario, encontramos versículos relacionados con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo que nos garantizan una seguridad de nuestra salvación. Existen algunos versos difíciles de explicar que parecen apoyar la idea de que la salvación podría perderse por pérdida de la fe o no permanencia en esta. Algunos teólogos rebaten este punto aduciendo que aquel que perdió la fe en realidad nunca tuvo una fe genuina (1 Juan 2:19) o que estos versos no se refieren a salvación sino a otros temas diferentes. A pesar, de la insistencia de algunos en que la salvación si puede perderse, por cualquier razón que argumenten, vemos a lo largo de todo el mensaje de salvación en la Biblia que la obra que Jesús hizo en la cruz es completa, que nuestra salvación está segura en Él, que nuestra permanencia no depende de nosotros, que no existe algo que pueda separarnos de Él y que por lo tanto podemos confiar en la seguridad de ella.